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Casita Veracruz

Residencial_ CDMX

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Con amor por la versatilidad, esta casita urbana refleja la devoción por la practicidad, el cambio constante y lo que no se ve, pero hace que todo funcione, como los hilos detrás de una marioneta.

 

Cerca del Parque México, sobre una de las avenidas más verdes de la colonia Condesa se diseñó el interior de esta casita con valor histórico para una familia joven, que se lee divertida, sociable, moderna, y con mucha actividad.

 

Sus estrechos y larguiruchos espacios interiores, fueron el punto de partida de la misión: generar espacios distintos y adaptables a un cambio de actividad constante; con facilidad, orden, sin complicaciones y con mucho estilo. 

 

Los materiales utilizados: piedra natural, acero, madera y tela, acentúan el estilo de vida tónico y reflejan la robustez de la urbe. Sin embargo, dentro de la casita, todo lo que se diseñó hace que el espacio en sí sea de alguna forma maleable. 

 

Se plantearon elementos robustos visualmente, que al mismo tiempo son inesperadamente transformadores, y que abren posibilidades para una familia que no se aburre y que tiene inclinaciones por sacarle el mayor provecho al momento que habita.

 

A simple vista todo parece balanceado, con toques clásicos y algo neutral. Conforme uno explora, va descubriendo los secretos que se esconden detrás del equilibrio aparente, y es así como la intimidad de una recámara principal puede albergar una fiesta para 8 personas si es que se arma el torneo de “Playstation”, carajillos incluidos. 

 

El gran mueble de televisión con líneas clásicas y 3 metros de altura recorre silenciosamente una distancia de 8 metros cada mañana para acompañar a sus habitantes en su esfuerzo diario por mantenerse en forma; pero 5 minutos después de la actividad, vuelve a colocarse en un sitio en el que los invita a regresar a casa para desconectarse de la vida ajetreada cada anochecer y finalmente descansar. 

 

Es así como una sala de estar formal puede acomodar a una banda de invitados dispuestos a cantar durante todo el sábado por la noche después de haber sido sorprendidos al descubrir un piano oculto dentro del mueble principal: el mismo el que al término de la tertulia, cierra sus puertas de acero oxidado y vuelve a su inmutación. 

 

…Y una gran mesa de comedor sobria y elegante pasa de albergar a dos apresurados profesionistas, para recibir a 12 invitados de lujo y auxiliar a una cocina abierta que de pronto 

tiene que volverse más espaciosa. 

 

Si se observa con atención nada dentro de la casita es simétrico, así como tampoco lo son sus habitantes. Cada uno de los muebles diseñados y fabricados a la medida, dejan entrever con algo de humor chispazos de la personalidad de cada uno con sutileza y elegancia, como lo son las dos mesitas de noche que flanqueando cada lado de la cama “King Size “albergan de manera cariñosa y recuerdan los objetos más significativos para uno, mientras guardan celosamente los más banales para el otro.  

 

La escalera de madera vieja y desgastada que forma parte del repertorio de elementos en el salón principal, es un constante recordatorio de que como se sube se baja, y es precisamente ella quien recibe cada estación y fiesta del año, vistiéndose según sea la ocasión, pasa de ser el escenario de una ofrenda de muertos en octubre, para recibir la Pascua en abril. 

 

Con estas herramientas se logra una transformación que resalta la grandeza de un espacio pequeño en metros cuadrados pero con gran potencial interior, en el que nada permanece, y sin embargo, todo sigue ahí, en su lugar por donde el tiempo parece no transcurrir. 

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